El viernes fuimos con la Chague a un almuerzo en el Club Sueco, nos encontramos ahí con millones de cosas que fascinaron nuestra atención.
Los cantos previos a tomar el akvavit, el sonar del tenedor sobre la botella vacía para llamar al canto comuniatario, la alegría general (espontánea y mucha) ,la manera de expresar, la forma de bienvenir, la apertura de la comunidad y el interés sobre los motivos por los que cada uno se acercaba ese día a compartir su almuerzo.
Comimos arenques, ris a la malta, tomamos sus vinos, escuchamos anécdotas y por sobre todo sentimos latir a Pieter allí.
Hermoso encuentro.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario